Ricardo llegó con los ojos rojos y la mirada rota. Su vato lo había corrido de la casa después de una pelea bien culera. Le dijimos que se quedara con nosotros, que aquí tenía cama y techo… pero la neta le dimos mucho más que eso.<br>Primero fue Ángel el que no aguantó la calentura. En la madrugada, entre cobijas y cuerpos medio desnudos, se le subió encima y le dio verga con ganas, como si todo ese coraje que traía Ricardo lo convirtiera en hambre de verga. Yo me hice el que no escuchaba nada… pero terminé con el Richard clavado entre mis piernas, dándome todo lo que acababa de recibir, su enorme verga me penetraba bien rico, bien delicioso se sentía tenerlo adentro… Nos fuimos cogiendo uno al otro, sin palabras, puro sudor, piel y gemidos bajitos pa que no se oyera tanto. Terminamos fundidos los tres, llenos… preñados de ganas y de leche.<br>Y al día siguiente, como si nada, el vato regresó con su ex. Le habló en la mañana, lloraron por teléfono y se dieron otra oportunidad. Lo que s

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